La
guerra ante todo es un Negocio, y lo importante de esta frase es que
ya no queremos seguir aceptando este montaje hipócrita porque
sabemos que “casi” siempre la función de los ejércitos
consistió en abrir paso primeramente a los intereses de las coronas
y monarquías y a las compañías privadas a cambio de réditos
convenientes.
Con
el imperialismo napoleónico la función del ejército consistió en
expandir fronteras con el objetivo declamado de redimir a los pueblos
oprimidos por las tiranías.
Y
posteriormente se ha entendido a la guerra como simple continuación
de la política. Se proclama la desigualdad en las necesidades que
experimentan las colectividades y la lucha por la supervivencia del
más apto, las concepciones del darwinismo se trasladan “como si
tal cosa” a la práctica política y militar.
Soberanía
En
la actualidad los estados pierden soberanía, se comprometen en la
guerra comercial contra otras regiones, modifican su cartas
fundamentales para dar lugar al desplazamiento de capitales y
recursos financieros y reforman leyes civiles y penales para
controlar dentro de sus estados.
Las
fuerzas armadas no son sostenedoras de la “soberanía y de la
seguridad general” sino que sirven a la defensa de intereses
económicos nacionales o multinacionales.
La ciudadanía
Pero
también la ciudadanía avanza y evoluciona, usa la intuición para
guiarse en su acción. Ya no tiene tanto peso el poder de “la
palabra” si no va asociada a la coherencia en la acción. Ya no se
quiere seguir sosteniendo un mundo que ha llegado a la cima de la
inhumanidad.
Un
mundo nuevo empuja a cambios que terminarán produciendo los grandes
conjuntos humanos que comprenden que son responsables de su propio
destino.